Lágrimas, dolor e impotencia embargaron a familiares y allegados de la estudiante Johana Serna, este sábado, durante su sepelio.
Alrededor de 100 personas, entre parientes, vecinos, profesores y compañeros de clases, despidieron a la joven en el cementerio Corazón de Jesús. Johana murió este miércoles luego de recibir un disparo accidental.
“La muerte de mi hija es algo que aún no entiendo; era una muchachita, tenía todavía muchos sueños que alcanzar”. El rostro compungido de María Pérez dejaba ver su incontenible tristeza.
Johana Serna estudiaba 4° año en el liceo Manuel Segundo Sánchez. Con apenas 16 años ya tenía una meta: ser policía.
“Acababa de terminar un curso de criminalística, le gustaban mucho las ciencias policiales y su sueño era ejercer esa profesión”, contó su mejor amigo, Joe Torres.
Practicar deportes también la hacía feliz. Correr tras un balón en una cancha de fútbol o realizar juegos de agilidad mental era para Johana una forma de desestresarse y mejorar sus condiciones físicas.
“En el liceo era algo tímida. Hablaba poco, pero siempre ayudaba al que lo necesitara. Compartía sus cosas y cuando estábamos en el recreo o en la clase de Educación Física salía a jugar con todos los del salón”, relató uno de sus compañeros.
Reclaman justicia
Con la impotencia de haber estado presente en el momento de su muerte y no haber podido hacer nada para evitarla, Joe Torres contó con precisión los últimos minutos de vida de su mejor amiga.
“Ella, ‘Jonito’ (otro amigo) y yo fuimos hasta la casa del muchacho que le disparó. Íbamos a buscar a la hermana de ‘Jonito’. Cuando llegamos a la casa, como a las 10:45 de la noche, estaba oscuro y además no había electricidad. Desde dentro escucharon ruido, pero al parecer no sabían que éramos nosotros y el muchacho salió con la escopeta en la mano”, narró Torres.
El joven, vecino y amigo de toda la vida de Johana, contó que “el muchacho la apuntó como para asustarla, pero cuando fue a bajar el arma disparó”.
Con la consternación reflejada en el rostro, Torres añadió: “Cuando la vi en el suelo, ensangrentada, se me fue el mundo como por tres segundos. Solo entonces pude correr hacia la casa de María y contarle al tío de Johana lo que había pasado”.
De acuerdo con el relato de Torres, las personas que estaban con el joven, también menor de edad, que acabó con la vida de Johana trataron de socorrerla. Le colocaron un vendaje tratando de evitar el sangrado y la llevaron hasta el Hospital Universitario de Maracaibo. Lamentablemente, la estudiante llegó sin vida.
“Aunque haya sido accidental, hay un responsable de lo que pasó y tiene que pagar por la muerte de Johana”, insistió su hermano mayor, Jesn Franco Pérez. Además de él, la joven tenía otros dos hermanos.
La vida de Johana Serna llegó a su fin. Sueños frustrados, metas sin alcanzar y y tantos planes que cumplir quedarán solo en el recuerdo de sus amigos más cercanos. Mientras tanto, la familia exige que la justicia “no sea ciega y vea todos los elementos para tomar las decisiones correctas”.
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