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Fotos: Xiomara Solano
Desde antes que llegase diciembre el remiendo había cobrado vida. Más de uno decidió sacar del baúl las prendas para el estreno, ya fuese porque el dinero no le alcanzase para ropa nueva o simplemente por los kilos perdidos por la dieta.
Los sastres marabinos hicieron su agosto, y es que la oportunidad les fue de provecho a pesar que los precios de las telas y algunos insumos se fueron a la alza por el tema de importación.
Ropa para dama, caballero y niño, por montón, abarrotó el taller del señor Nicolás Arroyo, quien aseguró que desde la temporada escolar el trabajo no ha parado y ahora más que nunca la gente busca en los sastre la solución para vestir.
“Mire, desde septiembre no he tenido un día de descanso. Es impresionante como la gente me llega a la puerta pidiéndome que le arregle vestidos, camisa, pantalones. Toda la muchachada de por aquí lleva puesto el uniforme del colegio confeccionado por mí, porque los papás venían aquí para que les hiciera las camisas, el pantalón a los muchachos o la faldita para las niñas”, contó el alfayate con acento colombiano, quién aprendió el oficio desde muy joven cuando le pidió a su papá que le comprara una máquina de coser.
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Un paquete de agujas alemanas puede costar 15.000 bolívares. Estas son de mejor calidad que las nacionales. Foto: Xiomara Solano
El abaratamiento de los costos de producción y la ropa hecha a la medida son valores agregados que han hecho que los marabinos se aboquen a la confección de prendas con sastres. Una camisa manga larga puede costar 8.000 bolívares, eso sí, es obligatorio llevar la tela puesto que parece haber un acuerdo entre sastres para evitar problemas de gustos y preferencias.
“La fabricación de camisas puede tardar tres días, por ejemplo, todo depende de la cantidad de trabajo que uno tenga. Apenas se necesita metro 60 de tela y hablamos de una prenda hecha a medida y que en comparación con el mercado cuesta un 30% menos. Muchos me han dicho que debo ponerle mi propia etiqueta para hacer la diferencia”, explicó el modisto ubicado en la esquina de la plaza Crisóstomo Falcón, en Santa Lucia.
El precio de vestir bien
La fluctuación en los precios de las telas no ha impedido que los artesanos del vestir pierdan la oportunidad de confeccionar una de sus especialidades: trajes para caballeros, que puede llegar a pagarse 30.000 bolívares sólo en mano de obra, más los 3 metros y medio de tela que se necesita como mínimo para una talla S.
“Sólo la mano de obra puede costar 30.000 bolívares más lo que se lleve de tela, que yo siempre recomiendo compren tela nacional. Muchos creen que es de mala calidad, pero es una tela que no pierde el color ni la forma, además suele ser más económica que la importada. Fabricar un traje sale más económico que pagar más de 70.000 bolívares en una tienda, sólo porque es marca”, sentenció Fidios Selie, otro colombiano que tiene más de 62 años haciendo flux en su taller frente al antiguo Paseo Ciencia.
Por lo general, los matrimonios obligan a los caballeros a acudir con estos expertos; sin embargo, las damas también se han vuelto clientes fieles. Entre 10.000 y 12.000 bolívares puede costar la fabricación de un pantalón, el hilo, los botones y el cierre van por cuenta de la casa.
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Javier González se ha convertido en cliente del señor Fidios, luego que rebajase 30 kilos y necesitase recuperar unos cuantos pantalones porque se le caían.
“La nueva forma de cómo estamos comiendo me ha hecho rebajar 30 kilos y la situación no da para comprar ropa nueva. Me vine con el señor Fidios para meterle a los pantalones, entallar las camisas y la ropa de diciembre también me la hice con él y salí mejor que si la hubiese comprado en una tienda. Con él tengo la seguridad de que me queda bien, es a mi gusto y tiene hasta mejor acabado”, manifestó el joven que consignó cinco pantalones más para ser remendados.
De hecho, no sólo la gente de a pie se ha convertido en clientela de estos especialistas, cantantes como Argenis Carruyo o el Súper Combo Los Tropicales acuden frecuentemente a los talleres de confección para mandarse a hacer alguna ropita.
Sólo remiendo
Dentro del gremio, existen otros menos optimistas con el nuevo método de trabajo. La baja en la fabricación de prendas pone en jaque el negocio del señor Alcides Sequeda, que tiene más de 38 años en el mundo de la sastrería.
“Ahora sólo se está viendo la reparación de ropa. Puro remiendo. La gente no tiene dinero para mandar a hacer un traje, un pantalón. Apenas y sobrevivimos con los clientes habituales, pero tampoco es que mandan a hacer algo todos los días”, expresó el empresario oriundo de Barranquilla.
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A través de los años, su taller ha perdido empleados “muchos se están yendo del país y este es un oficio que no hay manera de como aprenderlo sino se está dentro de un taller”; no obstante, mantiene su horario para poder sacar todo lo que le llega.
“Estoy esperando a más de 20 clientes que trajeron en diciembre su ropa para hacerle reparaciones. Hay veces que uno hace el trabajo y eso se queda aquí. Tengo un traje que tiene más de un año que me lo trajeron y aún no lo retiran, eso es tiempo y material que uno invirtió allí, y mire que los materiales están caros”, concluyó.
Andrés Boscán
Fotos: Xiomara Solano
Noticia al Día