Los marabinos le ‘caen’ a las carretillas en Las Playitas para asegurar su lote de plátanos. Foto: William Ceballos
La proliferación de puestos de plátanos sigue en ascenso. Barriadas, urbanizaciones y el centro de Maracaibo, están cundidos de vendedores que aprovechan para hacer su ‘agosto’ en estos tiempos de crisis. Sin duda, esta fruta está demostrando que llegó para quedarse y seguir siendo la mejor opción en las mesas venezolanas.
La crisis no discrimina, desde el más humilde hasta el mejor comerciante, ve en la venta del plátano una oportunidad ‘impelable’ de negocio.
Por otra parte, las opciones de la población se agotan y el plátano significa la compra obligada para hacerse de las tres comidas diarias.
Mercedes Beltrán. Foto: William Ceballos
Mercedes Beltrán compra 50 plátanos semanales y explicó su razón: “Ya no se puede comer más nada. Si un pan cuesta Bs. 50 y no llena. Hay que comer plátano. En la casa somos siete y hay que resolver”.
Así como la señora Mercedes, piensan la veintena de manos que escarbaban entre la carretilla atestada de plátanos frente a Las Playitas. El vendedor hacía lo suyo. Gritaba a todo pulmón el precio inmejorable del lugar: ¡Dale a 30, a 30, a 30. Llevate el plátano. Agarra 10, pero sin escoger!”. Mientras su ayudante le daba un coscorrón al novato por vender todos los grandes y dejar los pequeños, “porque se abollan”.
De cada cinco, al menos tres marabinos en el Casco Central cargaban consigo la bolsita con los platanitos del almuerzo o cena.
En todos los puntos cardinales de la capital zuliana se evidencia la venta repentina y abundante de este alimento, con el que se preparan tostones, tortas, se cuece en agua o se asa al horno y junto a un queso de mano, hacen el mejor de los matrimonios.
Fotos: William Ceballos
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