
Una de las hijas de Licida es consolada por una vecina a las afueras de la casa.
Pasadas las 4.00 de la tarde de este martes la casa signada con el número 25Y-25, de la avenida 119A del barrio Las Banderas, en Haticos, parroquia Cristo de Aranza, se colmó de vecinos, amigos y familiares de Licida del Carmen Abreu Muñoz, asesinada en horas del mediodía del lunes por el que fue su compañero de vida por casi doce años, Carlos García Colina.
Su madre e hijos lloraban desconsolados sobre el ataúd de madera que fue colocado en la humilde vivienda maternal donde Licida residía junto con su pareja Carlos, quien en un arranque de celos decidió terminar con la vida de esta mujer, engrosando la lista de femicidios que se han registrado en la entidad zuliana en lo que va de 2016.
Fue un hecho inesperado que dejó atónito a los presentes, pues Carlos accionó el arma sin compasión delante de su suegra y una de sus cuñadas, cuando conversaba con Licida en la cocina. Nadie se esperaba que le hiciera daño a la mujer que “supuestamente” amaba, a pesar de las amenazas que había expresado en contra de ella.
Se acabó el amor
“Mi tía aguantó mucho. Fueron doce años que duró con ese señor, donde recibió golpes y amenazas de muerte, que prefirió callar por temor a represalias en contra de ella o de sus hijos. Y cuando se sintió segura no le importó nada y decidió dejarlo, pero aún así ese hombre no lo aceptó y cuando tuvo la oportunidad de cumplir sus amenazas lo hizo”, recordó un sobrino de la víctima a las afueras de la casa.
Licida tenía unos 15 días de haber abandonado a Carlos y a su hogar. No le importó dejar a menor de sus hijos, de 11 años, al cuido de los mayores. Rompió su matrimonio cansada de tantas peleas, gritos, golpes y amenazas. Se fue a vivir a casa de una amiga para alejarse de su tormento: Carlos.

En el interior de esta vivienda es velado el cuerpo de Licida.
Carlos Betancourt, hijo de Licida, detalló que la relación comenzó a deteriorase aún más meses atrás y por eso se fue. Desde entonces su calvario fue más constante. Carlos comenzó a llamarla y a amenazarla con matarla a ella y al hijo de ambos, de 12 años, pero ella no se intimidó y no le hizo caso. Decidió no regresar con él y eso se lo dejó muy claro.
Sin embargo este lunes regresó bajo engaños. Carlos aprovechó que su hijo de 12 años se sentía mal para citarla y verla nuevamente. Le dijo que el niño estaba hospitalizado porque tenía dolores estomacales, algo que en cierta forma no fue mentira, pues llevó al pequeño a una clínica, pero nunca fue hospitalizado.
“Él se llevó a mi hermano con el pretexto que estaba muy mal. Si estaba enfermo, pero no para tanto. Lo llevó a una clínica por acá cerca para que lo medicaran. Con esa excusa logró que mi mamá viniera a la casa para poder matarla”.
Sin compasión
Carlos al llegar a la casa materna de Licida le pidió al hijo de ambos que fuese a buscar un dinero en la pieza donde hasta hace quince días convivió con la víctima.
La pareja se quedó en la cocina con los hermanos y la madre de Licida, que poco a poco se fueron retirando para que la pareja conversara amenamente y trataran de arreglar las cosas. Tras una breve discusión Carlos salió a su carro, buscó un revolver y entró. Sin compasión alguna le disparó en cuatro oportunidades. El primer tiro lo recibió en el pómulo y cuando trató de correr le disparó tres veces más.
La mujer recibió dos tiros en la cara y otros dos en el pecho que le quitaron la vida de forma instantánea. Su cuerpo quedó tendido en un charco de sangre al lado de una lavadora, mientras que Carlos huía.

En este lugar cayó el cuerpo de la mujer, luego que Carlos le disparara.
Tras dispararle salió corriendo de la vivienda, y fue seguido por su hijastro y unos hermanos de la víctima. Empezó a saltarse cercas y techos hasta que le dieron alcance a unas cuadras. Le propinaron una golpiza hasta que llegó una patrulla de la Policía Nacional Bolivariana.
En un descuido Carlos se les escapó a los uniformados y comenzó a dispararles, obligándolos a responder. Cayó mal herido en el careo y fue llevado hasta la emergencia del Hospital General del Sur, donde ingresó sin signos vitales.
Sobre la víctima
Licida fue descrita como una mujer alegre, caritativa, y de carácter fuerte, que no se dejaba echar “vaina” de nadie. Siempre estaba con una sonrisa en su rostro y con la mente positiva.
Trabajó fuertemente para sacar a sus hijos adelante, y por ello decidió montar una empresa de venta y reparación de teléfonos celulares junto a Carlos en el centro comercial Las Redomas, en el casco central de la ciudad.
Era la menor de 14 hermanos, tenía cuatro hijos. Uno de ellos con Carlos, su asesino.
Su cuerpo será sepultado este miércoles a las 10.00 de la mañana en el cementerio San Sebastián.
Fotos: Rafael Bastidas/ David Moreno
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