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Guerreras por la vida: madre de ‘Las princesas bendecidas’ agradece el milagro de su nacimiento

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Guerreras por la vida

Ana María Ugarte, madre de las siamesas zulianas María Gracia y María de los Ángeles


Como si nada pudiera borrarle la sonrisa de la cara al ver a sus ‘princesas bendecidas’, proyectando su fe más allá de las fronteras de Venezuela y agradeciendo cada segundo que Dios le regala junto a ellas, así decide vivir Ana María Ugarte, madre de las siamesas zulianas María Gracia y María de los Ángeles.

Después de dar a luz a su primera hija, Adriana Lisseth y, tener  una segunda oportunidad en el amor, Ana María tuvo que luchar para poder concebir un bebé junto a su esposo.

Luego de muchos intentos, el milagro ocurrió. La noticia de que estaba embarazada la llenó de alegría, pero también de desafíos. Unas siamesas vendrían en camino y en sus manos quedaba la decisión de avanzar o abandonar la ilusión de ser madre por segunda ocasión.

Su reflexión y fe le dieron la respuesta: “Todos los niños son una bendición. Cuando el doctor me dijo que tenía en mis manos la decisión de continuar o interrumpir mi embarazo, de inmediato pensé que no soy Dios para decidir sobre la vida de otro ser humano”.

Para las madres ver padecer o perder a un hijo, resulta la mayor de las pruebas. A Ana María le tocó escuchar lo que ninguna quiere escuchar. “Al nacer me dijeron que tenían 15 días de vida, máximo un mes. Ya tienen 4 años. Todavía a muchos no les cabe en la cabeza que sigan vivas”, relató.

Pudiera resultar difícil entender cómo una mujer que soporta el alud de malas noticias que le dan los hombres de ciencia, sigue de pie, amigable, serena y con un optimismo que se contagia, que eriza la piel cuando se conversa con ella.

Confesó que su fuerza proviene de sus creencias, de “dejar todo en manos de Dios, todas las cargas”. Sin duda este método le ha funcionado, al verla disfrutar cada minuto con sus hijas con la misma paciencia y amor que llevan en los currículos todas las madres.

A pesar de tener tres hijas, entiende que la atención hacia las siamesas ha sido su prioridad en los últimos años, hecho que quizás en ciertos momentos no pudo entender Adriana, por ser una adolescente; sin embargo, destacó que su primogénita reconoce que el distanciamiento es por el bien y salud de sus hermanitas.

Ana María Ugarte

“Insistir, insistir, insistir”: se convirtió en la premisa de esta guerrera por la vida de sus hijas, quien también tiene momentos de llanto y desolación.

“Muchas puertas se me han cerrado, pero todo está en manos del Señor. Si me ven llorando es porque decidí creer en lo que dice el hombre y no Él”, señaló.

Subrayó que cree en los milagros, en lo sobrenatural, en lo posible, porque desde enero María Gracia y María de los Ángeles caminan; algo que se creía imposible y que llegó tras situaciones críticas.

Agradeció las oraciones en nombre de las ‘princesas bendecidas’, incluso a aquellos que usaron sus nombres para un evento y posteriormente no otorgaron los recursos, “porque la vida pone todo en su sitio”.

Relató que en el momento más difícil durante su estadía en el Children’s Hospital de Texas, sintió “como si se le cayera el mundo, porque tenía la esperanza que pasara algo distinto”.

Ese sentimiento afloró al saber que no podrían separarlas y tener que seguir viviendo bajo la incertidumbre que creyeron se esfumaría.

El discurso de los 15 días de vida que le pronosticó el doctor que las trajo al mundo, se convirtieron en los 5 o 10 años que tendrían que esperar hasta que aparezcan nuevos métodos y tecnología médica, que ayude a separarlas del único corazón que las une.

Como Ana María, existen muchas madres, pero su caso ha trascendido la barrera de lo terrenal. Sabe reconocer sus dificultades; no obstante, desde el primer momento que vio a sus ‘ángeles’ aprendió a disfrutarlas, quererlas y atesorarlas.

La historia de las siamesas ha inspirado hasta un libro llamado ‘Código para soñar’, cuyos fondos son destinados a sus necesidades y tratamientos.

“No seamos materialistas. Yo hasta la ropita que tenían cuando eran pequeñas se las pongo. Ahora les han regalado muchas. Aquí lo importante es que sean felices y la salud. Dios me puso en 3 y 2 por no poder estar siempre con mi hija mayor, pero algún día estaremos todos juntos”, expresó esta mujer, sin intenciones de bajar los brazos por cada suspiro que dejen sus hijas en la Tierra.

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Jennifer Marrugo
Fotos: José López
Noticia al Día


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