
La pequeña Floriannys murió luego de nueve días de agonía
Florianny Amarilis Calle Márquez a sus cortos 11 años ya tenía bien centrado qué quería ser cuando grande: una gran chef, pero su inocencia de niña la llevó a comer un pedazo de yuca cruda cuyas toxinas en estado natural, son letales para el ser humano.
Alegre, extrovertida, inquieta y de carácter fuerte son características con las que sus familiares la describen. Amante de la cocina, desde muy niña siempre estuvo dispuesta a ayudar a la hora de preparar la comida de la casa. Hoy entre lágrimas, llanto, incertidumbre y dolor, la familia Calle Márquez le dio el último adiós en el Cementerio Jardines del Rosario en Punta Gorda, municipio Cabimas.
El pasado viernes a las 12.30 del mediodía los médicos del Hospital Chiquinquirá de Maracaibo informaron a sus parientes que la menor había muerto, luego de batallar por su vida desde hacía más de una semana, cuando el pasado miércoles 6 de abril en horas de la tarde, Florianny sin saber lo que hacía, consumió un trozo de yuca cruda.
Pero… ¿qué llevó a la pequeña Florianny a comer tal cosa?

Familiares cuentan lo sucedido
Su tía Ana María Calles, comentó que entre la familia se disputan dos hipótesis: la primera es la aportada por la propia madre de la menor, Adriana Márquez, quien explicó que, mientras ella pelaba la yuca que sacó de un pequeño sembradío en el patio para preparar la cena, la niña se acercó y comió un pedazo crudo del tubérculo, cosa a la que la madre no le prestó mucha importancia.
La segunda versión —cuenta la misma tía— es que mientras la mamá preparaba la cena Florianny estaba en el patio jugando con sus hermanos y entre ellos se retaron a comer la yuca, reto que aceptó la menor en ese momento.

Centro Clínico asistencial Tía Juana
Cuatro horas más tarde comenzarían los síntomas. Exactamente a las 10.00 de la noche la hermana mayor de Florianny fue a acostarse con ella en la cama pero para su impresión, la consiguió convulsionando y botando espuma por la boca. Inmediatamente alertó a la mamá quien se vistió y llevó a su hija en sus brazos al Centro Clínico asistencial Tía Juana donde al llegar no consiguieron mayores apoyos médicos por falta de medicamentos.
Esa misma noche, a las 11.00, fue remitida de emergencia al Hospital Pedro García Clara de Ciudad Ojeda. El cuadro médico aportado fue envenenamiento por cianuro, toxina que produce, en estado natural, el tubérculo que consumió.
Pero en este hospital tampoco había nada con qué atender a la niña más que con simples primeros auxilios, razón por la que, desde primeras horas de la mañana del jueves 7 de abril, la familia se movilizó a buscar una ambulancia para trasladarla al Hospital Toxicológico de Maracaibo “El Chiquinquirá”. En medio del traslado, la ambulancia que llevaba a la niña se quedó sin oxígeno, por lo que ésta entró en una crisis.
A las 12.30 del mediodía del mismo jueves, la menor logró ingresar a la sala de emergencias del hospital, pero a los minutos sufrió un infarto. “En ese momento mi sobrina entró en coma, fue entubada por los médicos, quienes dijeron que ella tenía una muerte cerebral”, cuenta la pariente, quien también manifestó que posterior a eso, la niña no fue ingresada a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) como se acostumbra en estos casos, sino que la internaron en una sala de ‘Electro Shock’ porque según los doctores, “en UCI no había espacio”.
No fue sino hasta pasada una semana cuando por presión familiar, Florianny fue ingresada a la UCI del hospital, pero dos días después murió.
Una semana detrás de las medicinas
Cuentan los parientes que en cada uno de los tres hospitales les era entregado un listado de medicamentos que debían salir a comprar, pero en ninguna farmacia lo encontraron, “medicinas como el Solumedrol, o una solución al 0.9 eran inexistentes en las farmacias”, aseguran.
La familia, tanto paterna como por parte de madre son personas de escasos recursos y, en reiteradas ocasiones se vieron forzados a pedir ayuda mediante cadenas telefónicas, pero personas desalmadas se aprovecharon de la situación.
“Nosotros comenzamos a pasar cadenas de ‘pines’ y de mensajes en búsqueda de las medicinas, pero entonces ladrones se aprovecharon de esa cadena para robar los medicamentos haciéndose pasar por familiares de nuestra niña, así cuando pasábamos a buscar la medicina en casa de una persona generosa nos salían diciendo: ya por aquí pasaron unos familiares y se los llevaron”, cuenta Lourdes Calle, pariente.
Un segundo infarto el mediodía del viernes 15 ya no pudo soportarlo el frágil cuerpo de Floriannys quien permanecía acostada en una camilla. Fue entonces cuando familiares comprendieron que una parte de su ser había partido a lo más alto que el hombre puede imaginar “El Cielo”.
Dolor tras la muerte
La desesperación puede verse en el rostro de la abuela paterna, María Eugenia Gómez, con quién la niña convivió los primeros 10 años de vida, hasta mediados del año pasado cuando la progenitora, Adriana Márquez, (quien no quiso hablar a la prensa) decidió llevársela a vivir, por motivos familiares, a su casa junto a otros tres hermanitos.

A Florentino Calle, padre de la niña, la familia lo tiene bajo observación
Desde hace un año su casa pasó a ser de una vivienda ubicada en una zona poblada en la calle 23 con “E” del sector industrial de Tía Juana, a una parcela en una barriada rural, en el mismo municipio Simón Bolívar.
Al padre, Florentino Calle, la familia lo tiene bajo observación en uno de los cuarto de la casa. Con la mirada extraviada, como si observara un punto fijo en algún espacio de su imaginación, sus manos temblorosas y su voz quebrantada, a simple vista de un especialista, son señales de que se trata de una crisis nerviosa por la muerte inesperada de la segunda de sus tres hijos.
“Mi niña, mi cocinera se me fue”, son las únicas palabras que salen por sus labios.
En la Escuela Andrés Bello, compañeras de estudios de la menor también están llenas de tristeza. “Flori era la más alta del salón, era alegre, inteligente, siempre sacaba ‘A’ en inglés y matemáticas”, expresó una de sus compañeras de estudios.
Hoy la pequeña dejó un vació imposible de llenar en la familia. Revelaron que era fanática de ‘Master Chef Junior’ que es un programa televisivo de comida para niños; incluso aseguran que estuvo inscrita en un curso inicial de comida en Cabimas y que la foto donde sale vestida de cocinera se la tomó para un “proyecto de vida” en su colegio.

María Eugenia Gómez, abuela de la pequeña

Casa donde la niña vivió 10 de sus 11 años
Manuel García
Fotos: David Moreno
Noticia al Día