La gaita la llevan los zulianos tatuada en el corazón y uno de sus representantes más queridos es “El colosal” Ricardo Cepeda, el original del sector Veritas en la calle Santa Lucía, quien cuenta con orgullo su sentir por esta tierra y las bondades de haber nacido en ella.
“La zulianidad es un sentir que llevamos profundamente con orgullo. Este es un lugar lleno de historia. Maracaibo es una ciudad pujante, dinámica, hablamos diferente al resto del país, por nuestra idiosincrasia afable, brindamos la casa a las amistades”, es la breve descripción que dio de entrada de su terruño y su gente.
Fue de los niños de antaño, de esos que no necesitaban la tecnología para ser felices, ni el dinero para reconfortarse. Andaba entre juegos tradicionales “la pelota en la calle, elevar la petaca (papagayo), emboque y bolita a montón”.
Aún de grande, las cosas simples son las que lo complacen: una playa, pescado frito y cantares debajo de una mata de coco a merced del aire puro y el oleaje.
La vida de los zulianos transcurre entre los ‘vaporones’ del mediodía y su amor por la comida. ‘El colosal” sucumbe ante un buen mojito o bollitos pelones.
“En la cocina hay algo riquísimo, el comportamiento al resto del interior del país, este calor es el que nos pone a vibrar”, aseguró.
Recibió los conocimientos musicales de Ricardo Aguirre dentro de las aulas en la Escuela Panamericana, “eso me ayudo a enamorarme de la gaita”, comentó.
Cuando llegan los domingos, la familia se reúne. El hijo de José Cepeda y María Olivares de Cepeda, hace lo propio con los suyos. La comida y la música son el adhesivo perfecto entre sus afectos, como en cualquier casa zuliana.
“Me gusta escuchar a Armando Molero, Trino Rodríguez, Mario Suárez, hago vals y contradanza, pero la gaita es la reina del folclor, en cualquier estado se escucha”, así explicó su reverencia a la música que lo inspiró e inspira. “Mi papá fue un gaitero bien chévere y mi mamá del conjunto Chiquinquirá y de ahí me viene la vena gaitera”, refirió.
De sus nueve hijos, cuatro han heredado su pasión y sentir gaitero. Del mismo modo, Cepeda insistió con orgullo y altivez que “la geografía musical con la que contamos no la tiene cualquiera”.
Dejó en claro su respeto al voceo como parte de la identificación local, algo que impone en su programa de radio “La bandera de la zulianidad”.
El marabino, vive acelerado. Confesó que el defecto más evidente entre sus coterráneos es ser impacientes y manejar con imprudencia. Andar en hora pico en las calles, no lo exime de ponerse las manos en la cabeza al ver una “maracuchada” (irrespetar las leyes de tránsito).
Su lado religioso lo pone en práctica con el fervor a la Virgen. Son incontables los milagros que le ha agradecido a la Virgen de Chiquinquirá. Recientemente encomendó su operación en las piernas a ella y salió bien librado.
“El colosal” Ricardo Cepeda, cuando se reencuentra consigo mismo en la sala de su casa, escucha gaitas viejas. Cantar a gañote distendido “Gloria de un parrandón” y “la boda del cachicamo”, lo jactan de ser un zuliano, entre los zulianos y un orgullo, entre los nacidos en la ciudad del fuego.
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